En la época del Imperio Romano conocemos que el principal cliente de artículos de cuero fueron las legiones, y este comercio estuvo centralizado en la ciudad de Roma, a través de un gremio de comerciantes de cueros y pieles del puerto de Ostia. El comercio del cuero fue precisamente uno de los elementos desencadenantes de la guerra de Cartago, que era quien suministraba pieles de los diferentes países mediterráneos gracias a los mercados instalados en el Norte de África, lo cual provocó la ruptura del monopolio imperial romano que regulaba el comercio de las pieles.
En la Edad Media, la elaboración de cuero tiene una época de esplendor en el sur de España, en los reinos árabes del Al-Andalus. La ciudad de Córdoba se hace famosa por su producción de cueros de alta calidad, repujados, policromados y, en algunos casos, metalizados con aplicaciones de finas hojas de oro y plata.
Históricamente el mayor uso dado al cuero es el de vestido y calzado, hasta el punto de ser la primera materia prima de la que se tiene constancia que se usara para vestir
Hasta el perfeccionamiento de las armas de fuego el cuero se empleó en la fabricación de armaduras ligeras, escudos y fundas de armas. Su uso para la fabricación de monturas y aparejos para caballerías, botas de calidad, etc, hace que su utilidad militar se mantenga incluso bien entrado el siglo XX.